A veces un poco de atención es lo que más necesita esa persona. Que la escuchen, que estén atentos, que le den cariño de una forma medianamente constante. ¿Quién puede hacerle sentir así? sólamente tú. Así que pon remedio al problema, pues esa persona calla más de lo que tú te piensas. Parece que está conforme con todo lo que dices y haces, pero sabes bien que no es así. Esa persona se calla para no tener problemas contigo, pero realmente no eres consciente del daño que le haces. Pon un poco de tu parte y, complace a esa persona, al igual que ella da todo de sí para que tú seas feliz.
Uno de los miles de sentimientos que tengo.
viernes, 3 de febrero de 2012
Replantéatelo.
Puede que tú estés muy bien tal y como estás. Pero esa persona no está tan agusto como parece. Te busca, siempre te dice algo y tú lo único que haces es ignorarlo. Dejarlo estar. Posiblemente le digas algo una vez cada mil días, o tal vez ni eso. Esos pequeños detalles, son los que lo van estropeando todo poco a poco. Esa persona se va desganando cada vez más hasta optar por no decir nada más. Por no buscarte más. Aunque eso sea una de las cosas que más le duela hacer. ¿Qué te cuesta decirle "Te quiero" de vez en cuando? esas dos simples palabras, las cuales no te cuesta nada poner si quieres a esa persona tanto como dices, la harán feliz, más de lo que tú podrías imaginar. Mi consejo de hoy, es que no dejes escapar lo que más quieres por pereza a la hora de decirle algo o simplemente de demostrarle lo mucho que la quieres. Por que... posiblemente, cuando quieras expresárselo, ya sea demasiado tarde y ahí será cuando vengan las lamentaciones.
jueves, 2 de febrero de 2012
Era un muchacho sencillo...
O eso quería aparentar. Era inteligente; pues estudiaba ingeniería en una prestigiosa Universidad, bastante reconocida en aquel país. Venía de familia adinerada, pues nunca lució mala ropa. Alto, moreno de pelo corto y normalmente engominado hacia arriba. Sus Rayban siempre ocultaban el color castaño de sus ojos, el cual contrastaba con su clara piel. El muchacho siempre llevaba consigo un blog de notas, en el cual, cada noche, escribía su día a día.
Roma. 2 de Febrero del Dos mil doce:
"Hoy, ha sido un día como otro cualquiera. A las 7 en punto de la mañana, mi Iphone ha comenzado a vibrar bajo mi almohada, despertándome. Señal de que tendría que levantarme y meterme a la ducha. Por desgracia, me entretuve demasiado bajo el agua caliente, pues eran las 7:30 pasadas y aún tenía que vestirme, desayunar e ir directo a la Universidad. Así que salí a toda prisa y me puse manos a la obra. Las 7:50 y yo aún no había salido de casa. El día no pintaba del todo bien. Cogí el coche y arranqué lo más rápido que pude. El colmo fue cuando empezó a llover, haciendo que se formaran largas colas en la carretera. Finalmente llegué a la universidad, a las 8:20. La clase había comenzado ya. Tras una larga mañana allí, la jornada universitaria finalizó. Resoplando de cansancio, salí de allí con un par de compañeros de clase. "Hey, ¿Vienes esta noche? todos los de la universidad se van a concentrar en un descampado a las afueras para hacer un macrobotellón. Vente tío, no puedes faltar." No podía resistirme a decir que no. Y aunque lo hubiera dicho, no me hubieran dejado quedarme en casa. Después de todo, habíamos terminado hace poco los exámenes y había que celebrarlo de alguna manera, ¿no? El resto del día fue de lo más normal, no hice nada. Comí con la familia, escuchando las historias del trabajo de mi padre, a mi madre quejarse de que siempre estaba liada con las tareas de la casa y mi hermana que había suspendido Biología. Algo de lo más normal. Pasé la tarde delante del televisor, haciendo zapping. Pues realmente no había nada que llamara mi atención. El macrobotellón comenzaría a las 22:00, asi que alrededor de las 21:00 comencé a prepararme. Cogí unos vaqueros, una camisa roja y encima me pondría un chaleco negro. Pienso que iba realmente bien. Como no suelo tardar en arreglarme, a las 21:25 ya estaba listo para salir. Cuando llegó la hora, cogí mi coche y me dirigí a casa de Erik, mi mejor amigo. Es tan súmamente perezoso que he tenido que ir yo a por él para irnos a la fiesta. Por fin llegamos allí. Todo estaba repleto de gente. Buscar a nuestros amigos sería como buscar una aguja en un pajar. Tras unos treinta minutos buscando, los encontramos. Todo iba de maravilla, no había habido ningún tipo de altercado, aunque la gente ya empezaba a ponerse un poco subidita de tono. Fue entonces cuando comenzó el desfase. Ted, un compañero de clase, comenzó a pelearse con Stefano, un chico con el que aparentemente no se llevaba del todo bien. La gente hizo un corrillo para animar a los "luchadores", pero una chica intervino en aquella pelea sin sentido. Es la chica más preciosa que jamás hayan visto mis ojos. Su pelo era negro azabache, al igual que sus ojos. Unos labios carnosos que incitaban a degustarlos muy lentamente. Un cuerpo frágil, marcando cada una de sus curvas delicadas y perfectas. No sabría explicar bien todo lo que me recorrió el cuerpo cuando la vi.
La chica, se colocó en medio de ambos a grito de "Deteneos, no tiene sentido". Pero nadie hizo caso a sus palabras, al contrario, Ted le dió un tremendo empujón. No podía permitir aquello, por lo que salí del corro de gente y me coloqué delante de la chica para que Ted se detuviera. Por lo visto, él siguió vacilando, así que me ví obligado a propinarle un puñetazo para que se dejara las tonterías. Aún me duele la mano por ello. La chica me lo agradeció con una sonrisa que me llegó al alma. Con las mismas, se fue. No sé ni cómo se llama, ni dónde vive... nada. Poco después, la fiesta acabó y cada uno se ha ido a su respectiva casa. Y... aquí estoy. Viviendo del recuerdo de los pocos segundos que su mirada se intercambió con la mía.
Rex Ivanov."
El muchacho entonces cerró el blog y lo dejó sobre su mesilla de noche junto al bolígrafo. Se volvió a acostar en la cama, con las manos detrás de la nuca, mirando por la ventana que tenía justo en frente. El recuerdo del rostro de aquella chica no se le borraba de la mente en ningún momento. Lástima que no tuviera el suficiente valor como para haberle preguntado su nombre, o simplemente dónde vivía para volver a verla.
Roma. 2 de Febrero del Dos mil doce:
"Hoy, ha sido un día como otro cualquiera. A las 7 en punto de la mañana, mi Iphone ha comenzado a vibrar bajo mi almohada, despertándome. Señal de que tendría que levantarme y meterme a la ducha. Por desgracia, me entretuve demasiado bajo el agua caliente, pues eran las 7:30 pasadas y aún tenía que vestirme, desayunar e ir directo a la Universidad. Así que salí a toda prisa y me puse manos a la obra. Las 7:50 y yo aún no había salido de casa. El día no pintaba del todo bien. Cogí el coche y arranqué lo más rápido que pude. El colmo fue cuando empezó a llover, haciendo que se formaran largas colas en la carretera. Finalmente llegué a la universidad, a las 8:20. La clase había comenzado ya. Tras una larga mañana allí, la jornada universitaria finalizó. Resoplando de cansancio, salí de allí con un par de compañeros de clase. "Hey, ¿Vienes esta noche? todos los de la universidad se van a concentrar en un descampado a las afueras para hacer un macrobotellón. Vente tío, no puedes faltar." No podía resistirme a decir que no. Y aunque lo hubiera dicho, no me hubieran dejado quedarme en casa. Después de todo, habíamos terminado hace poco los exámenes y había que celebrarlo de alguna manera, ¿no? El resto del día fue de lo más normal, no hice nada. Comí con la familia, escuchando las historias del trabajo de mi padre, a mi madre quejarse de que siempre estaba liada con las tareas de la casa y mi hermana que había suspendido Biología. Algo de lo más normal. Pasé la tarde delante del televisor, haciendo zapping. Pues realmente no había nada que llamara mi atención. El macrobotellón comenzaría a las 22:00, asi que alrededor de las 21:00 comencé a prepararme. Cogí unos vaqueros, una camisa roja y encima me pondría un chaleco negro. Pienso que iba realmente bien. Como no suelo tardar en arreglarme, a las 21:25 ya estaba listo para salir. Cuando llegó la hora, cogí mi coche y me dirigí a casa de Erik, mi mejor amigo. Es tan súmamente perezoso que he tenido que ir yo a por él para irnos a la fiesta. Por fin llegamos allí. Todo estaba repleto de gente. Buscar a nuestros amigos sería como buscar una aguja en un pajar. Tras unos treinta minutos buscando, los encontramos. Todo iba de maravilla, no había habido ningún tipo de altercado, aunque la gente ya empezaba a ponerse un poco subidita de tono. Fue entonces cuando comenzó el desfase. Ted, un compañero de clase, comenzó a pelearse con Stefano, un chico con el que aparentemente no se llevaba del todo bien. La gente hizo un corrillo para animar a los "luchadores", pero una chica intervino en aquella pelea sin sentido. Es la chica más preciosa que jamás hayan visto mis ojos. Su pelo era negro azabache, al igual que sus ojos. Unos labios carnosos que incitaban a degustarlos muy lentamente. Un cuerpo frágil, marcando cada una de sus curvas delicadas y perfectas. No sabría explicar bien todo lo que me recorrió el cuerpo cuando la vi.
La chica, se colocó en medio de ambos a grito de "Deteneos, no tiene sentido". Pero nadie hizo caso a sus palabras, al contrario, Ted le dió un tremendo empujón. No podía permitir aquello, por lo que salí del corro de gente y me coloqué delante de la chica para que Ted se detuviera. Por lo visto, él siguió vacilando, así que me ví obligado a propinarle un puñetazo para que se dejara las tonterías. Aún me duele la mano por ello. La chica me lo agradeció con una sonrisa que me llegó al alma. Con las mismas, se fue. No sé ni cómo se llama, ni dónde vive... nada. Poco después, la fiesta acabó y cada uno se ha ido a su respectiva casa. Y... aquí estoy. Viviendo del recuerdo de los pocos segundos que su mirada se intercambió con la mía.
Rex Ivanov."
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